Cada uno tiene una perspectiva diferente de la realidad. Cada uno cuenta una historia diferente de una experiencia “objetiva”. Caminamos por la montaña, por el mismo camino, y lo que vemos, olemos, sentimos, oímos, son cosas enteramente distintas.
Describimos estas experiencias desde nuestro filtro particular y creamos una historia. Una historia que algunos deciden creer y que otros que dirán : «no es pa´tanto».
Esto pasa en todos los ámbitos de la vida y la escalada no es una excepción. Curioso es que a pesar de las miles de perspectivas que tenemos sobre un solo hecho, hay patrones que se repiten, ideas que se comparten y sensaciones que se perciben de una manera colectiva. Una tribu, que tiene unas creencias, maneras de hacer, cultura, ideas, estructuras, etc, que las caracteriza.
Cosas comunes en la escalada —entre otras:
- Después de encadenar una vía: «no era tan difícil», o «solo tenía aquel pasito». Esto después de 500 intentos antes de hacerla.
- ¿Qué largos te gustaron más? Los que te tocaron de primero, por supuesto.
- ¿Qué largos te parecieron más difíciles? Los que te tocan de segundo: «Ufff si me hubiera tocado este de primero, lo hubiese pasado mal».
- Antes de comenzar una vía: palito largo-palito corto para decidir quien comienza, pero por dentro tienes el largo difícil en la mente, largos pares o impares. Sabes que el número 3 es el difícil y estás deseando que no te toque comenzar y librarte del sufrimiento, o que tu compañero altruista diga «tranquila, yo hago los difíciles».
- Los pies de gatos los toleras hasta que te quedan los últimos 2 o 3 largos de la vía, independientemente de si es una vía de 200 o 500 metros.
- Lo mismo pasa con el cansancio.
- En el bar, cerveza en mano, se encadenan y se escalan todas las vías pendientes.
- Las reseñas, las piadas, los dibujos, los comentarios, etc., te crean un prejuicio por lo general más negativo de lo que luego encuentras. Hay sus excepciones.
Las vías tienen mitos y leyendas. Se mitifican por el paso “tal”, porque allí se cayó “ no se quien”, porque tiene unos alejes de “no te puedes caer”, porque hay un largo que le dan 6a+ y es “inhumano”, porque tiene un pirulo de roca a punto de caer y está allí “levitando”, y pare de contar.
Al final tú, en la recolecta de información, terminas creyendo que te tocará hacer el paso tal, que te caerás, que te tocará de primero el largo de los alejes y el del 6a+ inhumano también. Y además, que el pirulo se te vendrá encima justo cuando pases por allí.
Haces toda la vía, nada de lo anterior ha pasado, te quitas el mito de encima y acto seguido: contribuimos a seguir mitificando la vía describiendo la misma historia otra vez. ¿Por qué? No lo sé.
Hoy quiero contar una historia diferente, una desmitificación. Quiero contar una historia donde todo sale bien, donde nada es difícil, donde todos somos capaces y donde la predisposición es ir a hacer la vía porque es completamente accesible.
Puede sonar a chulería, puede sonar un tanto gracioso, eso os lo dejo a vuestro juicio —sobretodo si han hecho la vía. Pero me pareció divertido escribir una reseña inusual.
EL ESPERO DE MORDOR
El Espero de Mordor, L´epopeia D´smeagol, El dilema de Frodo, El Laberint de Moria, etc., para los lectores de Tolkien es una traslado directo a la imaginación. Para los escaladores, es un traslado directo a la Paret de L´Estany. Un mar de fisuras de granito alrededor de lagos y neveros que hacen llover los sentidos y esconder el día a día en el pozo de la rutina.
Salimos de Monistrol un sábado a las 8:40pm., después de que Núria saliera del trabajo. Dejó su coche, pillamos el mío y vamos al Bruc a buscar a María. Dato curioso, María es hija de uno de los abridores de la vía. Otro dato curioso, ninguna de las tres habíamos escalado juntas.
Salimos a Cavallers en un viaje que duró 3 horas aprox. Un viaje que se hace corto y ameno en buena compañía. Me gusta el ruido familiar de la pre-escalada, las historias, las cervezas y el compañerismo.
Llegamos a las 12am, contentas y con más emoción que cansancio. Dormimos y a las 5am, estamos en pie para prepararnos. Material que decidimos llevar para la vía: Dos juegos de Friends completos hasta el #4, un juego de fisureros medianos, 7 cintas cortas más 11 largas con mosquetón incluido. Como elementos necesarios, el material imprescindible lo componen las risas, buena energía, ganas y las quejas abandonadas en el fondo del mar.
Comenzamos a caminar a las 6am y a las 9am estábamos a pie de vía, después de horas de pateo tranquilo, que te deja calentar bien y apreciar como las montañas se bañan de color oro al amanecer. El camino se hace corto y está bien marcado con algunas fitas y la ayuda de nuestra fiel orientación. Así, sin problemas, en una inhalación y exhalación, estamos a pie de pared con unas vistas privilegiadas.
Comienza el debate. ¿Quién hace el primer largo? ¿Quién hace el difícil? A mi me gustaría escaquearme y hacer los fáciles. ¿Cómo lo decidimos? ¿Palito largo, palito corto?. Durante 10 minutos alguien está esperando el compañero motivado que decide hacer los largos mitificados. Ignoro mi subconsciente y me visto de armadura de valientes. Para romper mitos y leyendas dije: «bueno yo hago el largo del 6a+ difícil y el del pirulo paranoico».
En general la vía sigue líneas de fisuras donde siempre se puede poner un cacharro cuando dudamos de nuestra capacidad para subir sin caernos. Los friends entran solos. Colgarte es tan seguro como un parabolt pero seguramente no tendrán que hacerlo mucho porque la dificultad no lo amerita, salvo en algún paso puntual.
Primer largo y segundo largo: Núria empalma los dos primeros largos rápidamente. Va por una fisura evidente y fácil de equipar. Festival de friends, un poco de técnica de bavaresa (lay-back) y con un grado de V/V+, ni más ni menos.
Tercer largo – el del pirulo que se cae: es un largo de IV+/V+. El pirulo suena a bong tibetano, pero se pasa rápido —no es pa´tanto. Se puede equipar en una fisura en la pared con un #4 y salir rápidamente de allí. Lo que más impresiona del pirulo —y de allí su mitificación— es cómo una roca, erosionada así, tan precariamente, aún no haya caído. La naturaleza y sus enigmas.
Cuarto largo – el del 6a+ inhumano: Es un 6a+, quizás 6b. En Yosemite sería un V o menos. El truco está en hacerlo poniendo los cacharros en una fisura ancha y con técnicas que no estamos acostumbrados a usar. Dato: la fisura tiene canto por dentro —meter brazo entero. El #3 y #4 entran a caldo. En artificial se sale fácil y sin problemas. Luego sigues por unas fisuras herbosas donde hay que ir por el sitio más evidente —típica frase de todas las vías.
Quinto/Sexto/Septimo largo: Largos que van entre el IV y el V+. Seguir el camino evidente y sobretodo por donde los grados sigan la tónica de la vía —no fliparse porque hay muchas fisuras. Un poco de sentido común y con este grado de V/V+, llegas a la cima.
Sonríes, celebras y sobre todo comentas: «En las reseñas que había leído, no era para tanto»; «yo me lo esperaba más difícil». Un clásico. En el pie de vía la pared se impone sobre ti como una sombra que te come y en la cima de la vía la miras hacía abajo y eres tú quien te impones sobre ella.
La vía es sencilla en cuanto a dificultad. Los grados acertados. Sin embargo se necesita la experiencia de equipar con friends y fisureros, incluyendo las reuniones. Se hace rápido y es evidente. La aproximación es agradable y la bajada también por la canal de la izquierda. Seguir las fitas y que tu sentido común nunca te abandone.
¿Qué le pedirías a la vida? Que todas las reseñas sean como esta. Evitar predisposiciones negativas por mitos y leyendas traspasadas a lo largo de la historia es una ardua tarea. Nos gustan mucho los cuentos y tenemos una necesidad intrínseca en creer en “algo”.
Entonces contemos cuentos más bonitos, que nos empujen como héroes a la cima de las montañas, que rompan la crudeza de lo cotidiano, de lo difícil e imposible de los retos y que se conviertan en hazañas de ficción para así crear finales felices y sencillos.