No me gustan las ideologías, nunca me han gustado. El término «ideología» en sí mismo, no es algo negativo. Sin embargo, en manos de grupos dominantes, fácilmente se convierte en una manera de control.
Todos buscamos respuestas simples. Queremos modelos sencillos y consistentes de cómo funciona el mundo y así tener una guía para solucionar problemas. Soluciones instantáneas, sin tener que malgastar tiempo pensando en la complejidad de las situaciones. Si no es blanco, es negro y problema resuelto.
Quizás en algunos casos este sistema puede ser aplicado. Pero surge un problema.
El primero es que una de las características de las ideologías es que es un sistema de pensamiento en las cuales la gente se identifica emocionalmente —aunque no lo admitan. Mientras más una persona se identifica con una ideología, más será la resistencia a cualquier reto que se le oponga. El argumento es la falacia y se desafía la credibilidad de la fuente de información. ¿Algunas vez te has sentado a hablar con un ideólogo? Encontraras que poco saben del tema en cuestión.
No me malentiendan, todos tenemos una tendencia. Es decir, caer en el espectro político de derechas o izquierdas no hace que una persona sea fiel ideólogo —porque eventualmente puede cambiar de opinión— pero sí lo hace el hecho de identificarse exclusivamente con una doctrina política en particular al siempre excluir cualquier otra alternativa.
Mientras una persona se apega a un sistema particular de pensamiento, los retos a ese sistema tenderán a ser interpretados y sentidos de manera personal. Construyendo esas conexiones con sus seguidores, las ideologías son productoras de anticuerpos a cualquier influencia persuasiva que se ponga a prueba. La resistencia será activada, no importa cuán creíbles sean los argumentos que están sobre la mesa, porque cualquier desafío será considerado una amenaza tanto para el individuo como para el grupo que se identifica con él. Por lo tanto, lo más probable es que se resistan a un diálogo y se muestren inmunes e insensibles ante cualquier evidencia.
Las ideologías son sencillamente, demasiado personales.
Esto nos lleva al quid de la cuestión. Utilizar creencias ideológicas como base para resolver, por ejemplo, problemas sociales, no será suficiente. La razón, de hecho, es muy sencilla. Algunos problemas serán mejor resueltos desde un enfoque de políticas «rosas», otros serán mejor resueltos desde políticas «amarillas», y otros, preferiblemente, serán resueltos desde un enfoque completamente nuevo.
La visión ideológica para resolver problemas complejos falla porque pretende que las ideas se divorcien de su contexto. Los seguidores ideológicos piensan que su idea funciona mejor porque es parte de una “gran verdad” en vez de pensar que funciona por una buena respuesta a una situación en particular.
Desafortunadamente, las ideologías, de lo que están orgullosas es de tener la razón. No permiten posiciones que cambien con el tiempo a nuevas circunstancias o a las nuevas evidencias. A pesar de que los ideólogos afirman que los une ciertos valores en común, la realidad es que son las doctrinas, en vez de valores, lo que realmente los mantiene juntos. Este es su talón de Aquiles. El problema es que antes de que la ideología caiga, dejan un gran sufrimiento a su paso.
Ser de izquierda, derecha, feminista, vegano, etc., no debería significar que una persona deba sacrificar su libertad de pensamiento propio por su altar ideológico. Sin embargo lo hacen, y claramente, no se dan cuenta.
¿Qué propongo? Aplicar el método científico. Hacer del pensamiento, razonamiento y búsqueda de la verdad nuestro pan de cada día. Hacer lo que da pereza: pensar y formar nuestras propias ideas personalizadas con el catálogo mundial que hoy se ofrece. Alejarnos de dividir a todo el mundo en grupos pequeños llamados “tal y cual”, posicionándolos unos contra los otros como gallos en un ring.
La ciencia está abierta a nuevas ideas, nuevas pruebas y a formar un consenso. En la ciencia tampoco todas las ideas son iguales, pero aquellas que son sustentadas por la mayor evidencia son las que ganan más apoyo. Lo más importante es que al pasar de los años, las ideas van cambiando porque se encuentra evidencia que soporta mejor unas que otras. Es así como la gama de posibilidades está en constante movimiento y evolucionando sin quedar anclado a un grupo de normas anticuadas y fuera de contexto.
Tristemente, preferir ser fiel a capa y espada de una ideología es mucho más sencillo, sobretodo porque pensar y buscar información requiere de un gran esfuerzo. La mayor defensa es la educación. El mejor enfoque al entendimiento del mundo es a través de una mente abierta y hambrienta de hechos.
El dogma no es bueno. Sé flexible, sé imaginativo, sé verdaderamente libre y asume la responsabilidad que eso conlleva.
Seguramente si estás de acuerdo conmigo, encontraras este escrito muy razonable. Si no estás de acuerdo, concluirás que yo, la autora, estoy manipulada por: ideologías.