Ella es una mujer “echa pa´lante”. Morena, pelo negro liso y largo. De una especie atractiva.
Dura y tajante es su estilo más original. Como dicen: “de las que te dice cuatro cosas así te duela, pero el final del día se toma una cervecita y se sienta a darte sus buenos consejos.”
Excusas y victimismo ninguno. Trabajadora y de esas personas que se sabe buscar muy bien la vida. De joven puedo decir que hizo de todo. Teniendo tres hijos y una familia bien formada, tuvo el tiempo para estudiar y graduarse de abogado, una carrera muy a conjunto con su carácter.
Donde quiera que va, alguien se le sienta al lado y le cuenta toda su vida. Será que sabe escuchar.
Su mayor virtud es la resiliencia. Lo que más contemplo, su paciencia. Me dice que admira mí tranquilidad, pero no sabe que yo me copio de ella. Su debilidad, el caos.
Ella es de esas personas que siempre te recibe con los brazos abiertos, con algo preparado para ti y nunca llega a casa de nadie con las manos vacías. Si la visitas, te preparará un cafecito, una comidita, un roncito, una arepita, te dará una ayudadita, o cualquier cosa que termine con ito o ita.
—¿Prince que quieres para cenar?
—Ay no sé.
—Y si tú no sabes ¿quién sabe pues? — Una pregunta que me ha enseñado mucho.
Ella es de las que llora en solitario y no te muestra su cara más débil solo para que tú no te desmontes.
Ustedes la conocen. Ella es simplemente: mi mamá.
Pienso en su próximo abrazo, será pronto.