¿Será verdad?

Quedamos en la plaza del pueblo. Sube al coche y vamos camino a la clase de yoga. Me cuenta que le falta una persona para poder presentar al partido político LA CUP en el pueblo. Necesitan 11 personas y sólo tienen 10. Respiro hondo. LA CUP, como unidad, es un partido que apoya y defiende el gobierno de Maduro —seguro hay algunos integrantes que no.

    Ella me dice: «¡Sasha únete con nosotros!». «¡Qué va!» le respondo, «Yo con Venezuela tengo suficiente».

   Me dice que entiende y acto seguido me pregunta: «¿Pero es verdad lo que está pasando allá?» La sola pregunta me altera, la duda siempre me sorprende y me indigna —por decir lo menos. Acabo preguntándome: ¿Cómo es posible que no se vea tan claro la dictadura que hay?

Las dos narrativas

    Existen dos narrativas que se imponen como verdad sobre lo que pasa en Venezuela. Una es la del gobierno, donde todo lo malo que pasa —llámese escasez, falta de luz, agua, inflación, etc.—es culpa del imperio Yankee y de la extrema derecha; usando como argumento las sanciones, intento de golpe de estado, ataque electromagnético, entre otros absurdos.

   La otra narrativa es la de la oposición, donde el gobierno es completamente responsable del desastre venezolano. Evidentemente yo me inclino por esta.

   ¿Cuál es la verdad? Si vas a Venezuela será muy clara la respuesta, a menos que tengas una visión sesgada por tus ideales que no te dejen ver más allá de un espectro político, o  que el gobierno te pague para hacerle propaganda y mostrar que como en Venezuela hay McDonald’s, entonces esa, para algunos, es una prueba contundente de que no hay dictadura. Esto realmente pasó.

Los medios de comunicación

   Según el medio que sigas, hay noticias de supermercados completamente vacíos y noticias de supermercados llenos de productos extranjeros y exquisitos. Hay noticias de farmacias vacías y hay noticias de farmacias llenas donde hasta doritos se consigue, pero no antibióticos —pequeño detalle. Hay gente buscando comida en la basura y hay gente comiendo en restaurantes. Las dos son verdades opuestas, pero verdades. Cuando la historia se conoce parcialmente, un lado queda completamente nublado por el otro, según el enfoque que quieran darle los medios. Pero enfoque como se enfoque, la crisis no se puede negar.

   El Chavismo lo hace. Niega toda la crisis y solo señala a culpables externos sin respuestas ni soluciones efectivas al desbarajuste interno del país. Vídeos, discursos y fotos que muestran otra realidad. Ellos se apegan a una narrativa donde hay un complot mediático para hacer ver que Venezuela está mal y a una narrativa de conspiración de la extrema derecha para sabotear la revolución. Los medios extranjeros, según su inclinación política, mostraran unas verdades u otras, sin contrastes ni explicaciones.

¿Dónde está la verdad?

    Fuera de Venezuela solo se leen titulares e información general de lo que sucede. Es natural, Venezuela no es el centro del mundo. A menos que seas venezolano, periodista internacional o un alto interesado por la verdad, un extranjero no se suele seguir la cronología y eventos detonantes de la dictadura venezolana desde el 1998, y antes. Por lo tanto, es muy fácil sembrar dudas de lo que es real y lo que no. Esto es precisamente lo que hace el chavismo, distorsionar la realidad, y mucha gente de fuera, no sabe que creer.

   Hace unos días la escritora Almudena Grandes escribió un artículo para El País diciendo que ella no entiende lo que sucede en Venezuela porque hay demasiada información de ambos “bandos” y no ha leído ningún artículo fiable. Yo le respondería que el que realmente quiere entender rebusca información, es abierto a todos los medios y pregunta a quienes “saben”. Que no confunda su pereza con falta de noticias fiables. Le sobraron letras para decir que quizás se perdió de información, que ella estaba ocupada en otras cosas o que quizás no recordaba todo, dejando entrever su falta de interés y culpando a su aburrimiento de su poca capacidad periodística.

Los que apoyan

    Mi amiga afirma que algunos de LA CUP le dijeron que como E.E.U.U está apoyando a Guaidó, entonces ellos tienen que apoyar a Maduro, porque es injusta la injerencia extranjera —como si los rusos que llegan con aviones llenos de militares fueran criollos de pura cepa.

   Primero, no ha habido intervención por parte de E.E.U.U. La única invasión por ahora ha sido de Rusia —por no mencionar a los cubanos. Segundo, si a ti lo que te va es la tendencia partidista, Guaidó es de Voluntad Popular, un partido de izquierdas. Tres, infórmate de los hechos por tu propia cuenta. Existe internet, un mar de información al alcance de tus dedos. No es tan difícil contrastar información, si realmente te interesa. Cuatro, pregúntale a un venezolano; con la migración que hay, seguro ya conoces a unos cuantos.

Hechos

  • En Venezuela el sistema eléctrico está colapsado por falta de mantenimiento. Apagones de hasta 60 horas sin luz en zonas de Venezuela. En otras zonas, lo normal son 12-24 horas sin luz, volviendo unas pocas horas para volver a fallar.
  • En Venezuela se hicieron negocios de millones de dólares para mejorar el sistema eléctrico porque se sabía el mal estado en el que estaba. Ese dinero desapareció y ahora los venezolanos sufren las consecuencias.
  • Al no haber luz, tampoco hay agua porque las bombas eléctricas para surtir agua, no funcionan.
  • A final del 2018, la inflación llegó a 1.700.000% y se pronostica que este año llegará a 10.000.000%.
  • En Venezuela no hay insumos sanitarios y los hospitales están colapsados. Gente muere por enfermedades básicas como desnutrición o por falta de diálisis.
  • En Venezuela el chavismo expropió tierras y empresas para que sean del “pueblo” y sean más “productivas”. Ni rastro de esa productividad.
  • En Venezuela no te puedes sacar un pasaporte nuevo porque no hay material.
  • En Venezuela hay regulación de precios y no eres libre de comprar divisas.
  • Sólo quedan 9 de 22 aerolíneas que vuelan al país por deudas que tiene el gobierno con ellos o por la inseguridad.
  • En Venezuela se necesitan 48 salarios mínimos para comprar la canasta alimentaria.
  • El gobierno de Venezuela está directamente vinculado con el tráfico de drogas.
  • Se estiman que 5 millones de venezolanos han emigrado en los últimos años.
  • En Venezuela hay hasta 900 presos políticos. Entre ellos periodistas, niños, adolescentes, entre otros. Presos por opinar diferente y protestar.
  • En Venezuela existen los “colectivos”. Grupos de civiles a los cuales el gobierno les da armas para que controlen zonas del país.

    Todo esto y más, pasa en Venezuela. Todo esto y más, pasa en dictadura.

La otra cara de la moneda

    La gente necesita seguir viviendo a pesar del drama. Los que pueden, irán a la playa y si un día se lo pueden permitir, comerán en la calle y saldrán a dar una vuelta por el Centro Comercial y al parque. Porque dentro de la narrativa de terror que se vive, los seres humanos buscamos un poco de aliento. Disfrutar dentro de lo que se puede no excluye la dictadura rampante. Si tienen familiares que vivieron en la dictadura de Franco, pregúntenle si ellos a pesar de la represión, no salían a pasear o se comían un helado de vez en cuando. Disfrutar de la vida es necesario, más aún en dictadura.

El final

    El problema es que estas dos narrativas son aprovechadas para marcar agendas políticas en el exterior sin importar lo que sufre la población venezolana. Como decía mi amiga, para algunos de LA CUP, si E.E.U.U esta por el medio —caso omiso a los otros 50 países que denuncian las atrocidades del gobierno— entonces hay que apoyar el gobierno de Maduro, da igual lo psicópatas que sean, porque la narrativa es ir en contra del «imperio capitalista», desde la comodidad de un Iphone, vaya. Eso parece ser más importante que el sufrimiento de muchos.

   Como dice Yuval Noah Harari: «Una vez que crees en una narrativa, la defiendes y además te sacrificas por ella, entonces pasa a ser real, sin importar nada más. Incluso puede llegar a ser contradictoria con tus valores, porque solo verás los hechos a través de esa ficción».

   El problema es que nos olvidamos que es solo eso, una ficción. Al final, no somos capaces de quitarnos las gafas de nuestra narrativa, para ver con ojos enfocados, lo que se vive en Venezuela día a día, independiente de cualquier inclinación política. Quitarse las gafas, es más difícil de lo que parece.

 

 

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