Hoy apago tu velita por ti. Con el soplido familiar pido mi deseo y te celebro, con todas mis canas y hasta que el pelo se me quede blanco, el día de tu cumpleaños. Harías 45 años, porque en algún momento decidiste “plantarte”, y te lo creíste tanto que cuando tuviste el episodio de pedida de memoria, ante el doctor, muy convencido, te quitaste esos 15 años de sopetón. Así de rápido te quitabas lastres, porque más vale hijita “vivir como sientes y no sentir como vives”.
Hoy celebro mi vida con la tuya, con la experiencia de tu perdida que marca hondo, y con las experiencias felices que permanecen intocables en la vitrina de los recuerdos.
Y todo vuelve a las ausencias, las que ya no podemos salvar pero que a fuerza de compromiso, por preservar el amor y la memoria de nuestros seres más amados, nos aferramos a no olvidar y embarullar en nuestro día a día.
Así te veo, en presente y no pasado. No de la misma manera que antes, la cual era mucho mejor, pero indeleble sin producto que te borre.
En este enorme ejercicio de aceptación y balance para relativizar y asumir tu ausencia, con la lucidez necesaria para mediar con mi tristeza y celebrar las risas que siempre llegan de tus recuerdos, celebro tu vida, tus 45, hoy y todos los días.
¡Feliz cumpleaños!
Sasha Cegarra 